Tenía mucho tiempo deseando visitar Sayulita, a pesar de los malos comentarios que escuché del lugar, las fotos en redes sociales siempre me atraían, posiblemente este sea uno de los pueblos mágicos más Instagrameables de México.
Cuando por fin se me hizo visitar este destino del Pacífico, tuve un choque de emociones, por una parte me sentía realizado pues estaba en un pueblo que tenía años en mi lista de “lugares por visitar” y por otro lado no podía creer lo que mis ojos veían.
Estuve en Sayulita durante tres semanas y aquí te comparto un resumen de lo bueno y lo malo. Esto con la firme intención de informar y sin fin de desmeritar el lugar…
Lo malo
Comenzaré contándote lo malo, pues mis primeros días en Sayulita tuvieron mucho peso e impacto en mi experiencia.
Ya había escuchado a otras personas decir que era “un destino muy sucio”, aun así a mí me gusta juzgar por cuenta propia. En parte ya estaba medio mentalmente preparado para lo que me podría encontrar, pero sucio se quedó corto con la realidad.
Llegamos justo un fin de semana, la Plaza Principal (y uno de los puntos turísticos más importantes de Sayulita) tenía todos sus botes de basura desbordando, literal tenías que caminar por la calle porque algunas banquetas estaban cubiertas de bolsas obstruyendo el paso. El kiosco tenia letreros horribles cómo “Aquí no es miadero, no mames”, este es el primer kiosco en un viaje que ni ganas me dan de tomarle fotos.
La playa principal no canta mal las rancheras, todos los accesos también tenían cerros de basura. En la arena había todo tipo de deshechos regados; latas, cubrebocas, envoltorios de comida, plástico, etc. Y a nadie parecía importarle.
Fue hasta el lunes cuando por fin vi a un camión de basura recogiendo todo. Honestamente desconozco si es un problema de servicios públicos o la gente en general, solo un día vi a una pareja aparte de mí recogiendo basura. Lo que sí sé es que a Sayulita le hace falta amor y que lo cuiden.
Por otra parte, todos los días que salí de fiesta (por lo general fines de semana) había peleas en calle. A veces era uno contra uno, otras fueron entre varios, unas terminaban rápido y en otras hasta sangre hubo. Nunca, pero nunca vi a algún policía en la noche, mínimo para hacer acto de presencia.
Tampoco se puede esperar un gran servicio en muchos lugares. Por ejemplo, en un bar pregunté por seguridad, pues había un tipo arruinando la fiesta y estuvo a nada de irse a los golpes con otros varias veces, el que parecía el gerente me dijo “ve y dile a la de la barra”, en ese mismo lugar reporté un abanico de techo que “explotó”, no sé qué le pasó, pero me cayeron vidrios y había cables con corriente, pasó una hora y no hicieron nada, otro cliente tuvo que enredar los cables para que nadie se accidentara.
Para mi sorpresa, Sayulita no es un destino barato para vivir como hubiera pensado. Fácilmente puedo compararlo con otros lugares turísticos donde he vivido como Cabo San Lucas o Playa del Carmen.
Cómo ejemplo, en el caso de las rentas mensuales, en Sayulita casi todo estaba a $10,000 pesos o más, con suerte encontramos uno de $8,000 pesos. Esa cantidad sólo la había pagado en Playa del Carmen y la diferencia en infraestructura es abismal.
Existen tantos expats y nómadas digitales que se maneja mucho dólar en Sayulita, por lo que los precios suben.
LO BUENO
Sayulita tiene cierta magia que atrapa. Cuando le agarras cariño no te deja ir. Es un lugar súper espiritual, por ello es común encontrarse con bastantes ceremonias y medicinas sagradas.
Nosotros fuimos a temazcales, ceremonia de cacao, sesiones de yoga y respiración, sound healing, y Huachuma. También hay varios retiros.
En palabras de Santos, un huichol que conocimos, “Sayulita es un lugar místico”. Y después de escuchar eso entendí la razón por la cual se presta a tanta sanación.
Sayulita prácticamente se ubica en el corazón de Bahía de Banderas, desde ahí se puede ir a otros puntos de interés como Punta de Mita, San Pancho, Lo de Marcos y más. Para nosotros fue un punto clave para explorar los alrededores.
Dentro de Sayulita existen playas hermosas, con menos gente y más limpias. Playa Carricitos fue mi preferida, después Playa Malpaso y por último Playa Los Muertos.
Este pueblo mágico también es un paraíso para surfistas de todos los niveles, incluso si no traes tu tabla puedes conseguir con facilidad, hay varios establecimientos con renta y también ofreciendo clases o tours.
En Sayulita hay muchos viajeros de varias partes del mundo, en su mayoría mochileros. La mezcla de culturas es algo padre y si te lo propones puedes hacer amigos con facilidad.
Algo que me gustó mucho fue su música, cuentan con Djs que ponen muy buen ambiente en cada fiesta.
Varias ocasiones terminábamos en la madrugada, varias veces volví sólo a casa, pasando por calles de terracería oscuras y nunca me pasó nada. En sí es un lugar seguro y nunca escuché sobre algún acto de delincuencia.
En conclusión, Sayulita es un lugar con sus pros y sus contras como cualquier otro destino turístico.
Sin duda no es para cualquiera, siento que tiene su público muy marcado. Y quien se enfoque en lo bueno se puede enamorar.
¿Qué fue lo que pensaste de Sayulita la primera vez que lo visitaste?
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