El estado de Oaxaca cuenta con paraísos naturales inigualables, en los cuales destacan sus playas, entre ellas se encuentra Zipolite, la única playa nudista oficial de México.

Supe de la existencia de Zipolite gracias a un grupo en Facebook llamado Mochileros en México, en este espacio varios viajeros compartían sus experiencias en esta playa y desde el primer momento en que lo vi dije – Quiero conocer ese lugar-.

Fue así que cuando surgió la idea de visitar Oaxaca por primera vez y comenzamos con la planeación de las cosas y destinos que queríamos incluir, rápidamente Zipolite vino a mi mente ¡Esta era la oportunidad de conocerlo!

El viaje arrancó y después de pasar una noche en Mazunte – Otro destino mágico de playa en la costa oaxaqueña – nos dirigimos a Zipolite para realizar una parada exprés de unas cuantas horas en la playa antes de continuar con la travesía.

 La intención no solo era tachar a Zipolite de la lista, sino también emparejar el bronceado de duvalin que nos cargamos y vivir la experiencia de andar como dios nos trajo al mundo; Sin ropa, sin pena y sin prejuicios.

Desde que nos acercamos a la playa se podía apreciar los cuerpos desnudos reposando bajo el rayo de sol, mientras otros mojaban sus pies en la orilla del mar y otros cuantos caminaban por ahí, todos en absoluta libertad, la cual te invitaba a unirte a practicar el nudismo.

Cabe mencionar que el nudismo es opcional, nadie te obliga a despojarte de tus prendas si no quieres. Algunos conservan sus trajes de baño, otros optan por el topless y el resto con absolutamente nada.

La playa es muy extensa por lo que decidí separarme de mi amiga Lizeth, pues curiosamente me daba pena con ella y no con los desconocidos. Ya a unos metros de distancia, en una sección dividida por rocas donde se concentraba la mayor cantidad de nudistas, me quité la ropa, me bañé en bronceador y me acosté para recibir un poco de vitamina D.

Nunca he sido fan de quedarme mucho tiempo bajo el sol, sin embargo la idea de broncearme uniformemente llamaba mi atención, activé la alarma para estar 20 minutos de cada lado y me dispuse a abrazar la experiencia.

Instantes después la pena se había ido, a pesar de que era mi primera vez en una playa nudista me sentía cómodo, como si fuera algo común. Cada quien estaba en lo suyo, siempre con respeto, sin morbo, todos disfrutando la sensación de estar en contacto con la naturaleza de esta manera tan pura y genuina.  

Todo tipo de tonalidades y complexiones desfilaban por la playa, demostrando que los estereotipos de belleza no existen.

Más tarde regresé al punto de encuentro con Lizeth y para mi sorpresa también se había sumado a la experiencia nudista, ella quien había dicho que no se animaría, pero como lo mencioné antes, Zipolite te invita a sentir esta libertad a la que la mayoría de nosotros no está acostumbrado.

Era tiempo de despedirnos de este lugar y sin duda me iba muy satisfecho, con la esperanza de volver algún otro día, en especial para el Festival Nudista que realizan año con año.

PD: Todo fue bello hasta que noté la forma en que había quemado mis glúteos, nunca antes lo había hecho y desconocía lo horrible que era. Ni siquiera podía sentarme y esa misma noche tomábamos un transporte de 6 horas de regreso a la Ciudad de Oaxaca. Sufrí cada segundo. Así que la próxima vez que vuelva no intentaré “broncearme”, buscaré la sombrita.

¿Te animarías a visitar una playa nudista?

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