Semana a semana he venido a contarles sobre destinos increíbles de México y viajes maravillosos que he tenido la fortuna de realizar, sin embargo no todos los viajes son físicos, por ello en esta ocasión les hablaré sobre un viaje espiritual, la Ayahuasca; el mejor viaje de mi vida.
Han pasado poco más de dos años desde que viví la experiencia de la Ayahuasca en un retiro espiritual en Los Cabos, asistir a esta ceremonia es sin duda la mejor decisión que pude haber tomado.
Antes de contarte mi experiencia te explico qué es la Ayahuasca, tal cual me informaron las personas que ofrecen la experiencia (aunque el archivo original fue un documento de once hojas repletas de información valiosa)…
“La Ayahuasca es una planta del tipo Liana que crece en el bosque tropical más extenso del mundo conocido como el Amazonas, la cual mezclada con las hojas de otra planta del tipo arbusto llamada Chacruna, se consigue mediante una cocción en agua un elixir, medicamento, brebaje, pócima o infusión llamada y conocida como Ayahuasca, algunas regiones del sur de Colombia la conocen como Yagé.
Utilizada desde hace más de 5,000 años en Sudamérica por los Chamanes, Curanderos, Médicos Tradicionales y Maestros Ayahuasqueros del Amazonas como un camino para obtener un atajo al llamado “Despertar Espiritual”, “Apertura del Tercer Ojo” y la “Expansión de la Consciencia”. Ahora es utilizada en muchos países del mundo para curar enfermedades físicas, mentales y del alma.”
El tema es muy amplio por lo que te recomiendo investigar más sobre la Ayahuasca y lo que es el DMT (el ingrediente activo de la Ayahuasca) antes de decidir si deseas vivir la experiencia o no.
Para la ceremonia se sugiere prepararse con una dieta previa para desintoxicar tu cuerpo físico (No comer carnes rojas, evitar refrescos, embutidos, alcohol, etc.) y mente (Envidias, trabajo excesivo, juzgar, violencia, etc.).
Cabe aclarar que cada experiencia es personal, única e irrepetible. Es un “atajo espiritual” que nos permite tener conciencia plena y descubrir nuestro subconsciente, por lo que todos lo que lo vivimos tuvimos viajes distintos, y son súper íntimos.
No es cosa fácil y no es para todos, no cualquiera está listo para enfrentar sus miedos, traumas y recuerdos desagradables de su pasado, la Ayahuasca te permite desprenderte de todo ello y liberarte, puede ser doloroso y a la vez sanador.
En la Ayahuasca “sacas todo” de diversas maneras, vomitando, riendo, llorando y algunos hasta evacuando. Por suerte yo solo reí y lloré.
A continuación te contaré lo viví, fueran tantas cosas que no recuerdo todo, mucho menos el orden de los hechos, sin embargo estoy seguro que me quedé con los mensajes más importantes y que conservaré por siempre…
Mi viaje comenzó con un pensamiento “Que bonito es llorar, es un sentimiento muy puro, de alegría, de tristeza… yo Jimmy, me perdono a mí mismo por no permitirme llorar” y a partir de ese momento no paré de llorar por horas, todo mi viaje fue llorando. Antes de la Ayahuasca sentía que llorar te hacía débil, cuando tenía ganas de llorar por “equis” o “ye” automáticamente reprimía la emoción, ahora hasta puedo disfrutarlo, siento que me reinicia y me permite estar listo para lo que sigue.
Podría describir estar bajo los efectos de la Ayahuasca como soñar o ver una película, escuchaba y veía imágenes claras, siempre consiente, en mi caso tenía dos narradores, uno era mi “Yo consiente”, el curioso que quería entender todo lo que se me presenta, y el segundo era una voz todopoderosa, un guía, para mí era “Dios”, quien daba respuesta a mis preguntas, las veces que logré visualizarlo nunca tuvo forma física, era un luz brillante y deslumbradora, como cuando miras al sol directamente pero esta no quemaba.
En general mi experiencia trató sobre mi pasado, fácilmente vi a mil personas en toda la sesión. Personas muy importantes en mi vida, algunos que siguen en ella y otras que solo han estado de paso. Vi muchas cosas que no recordaba o no tenían relevancia para mi hasta ese momento, por ejemplo me vi a mi mismo jugando de niño, a veces solo, trepando la barda de la casa de mi abuela, otras con mis amigos de la primaria en la calle, y de repente agradecí haber tenido una infancia libre de tanta tecnología, cuando nos aprendíamos los teléfonos de las casas de nuestros amigos, cuando los padres no eran tan sobreprotectores como ahora, y era mucho más seguro jugar en las calles, sin toques de queda.
La naturaleza sobresalió, vi muchos animales, de todo tipo, insectos, mamíferos, peces, muchos reptiles, todo tipo de paisajes, colores y texturas. Incluso el espacio.
El único momento “desagradable” que tuve por un momento, fue en una parte en la que estaba en la tierra cubierto por ratas, el único animal que no soporto, cada vez que veo una me da ñañaras, así esté encerrada, muerta o hasta en televisión siento que se me sube. Físicamente sentía como mi mano derecha oprimía mi mano izquierda con fuerza por la ansiedad que me producía, mi mente decía “cálmate, cálmate, lo vas a cortar” (refiriéndome al viaje, la mente es tan fuerte que puedes detener a la Ayahuasca en cualquier momento, no estás atrapado), después un poco más relajado, la voz narradora me dijo “Es un animal como cualquier otro, ustedes (ósea mi sociedad) decidieron convertirlo “repulsivo”” y es cierto, en otras culturas hasta es considerada como sagrada. Aunque ya soy consciente de ello, hasta la fecha no puedo con ellas, pero al menos les tengo un poco más de respeto y valoro más sus vidas.
En otro punto del viaje pregunté por Rafaello, el nombre que un ballenato recibió por mi grupo en un tour de ballenas, Dios me mostró y me dijo que estaba sufriendo por un derrame de petróleo en el mar, volví a llorar y pedí perdón por todo el daño que los humanos estamos haciendo a otras especies y al mundo.
Aproveché para preguntar por la razón por la cual hay sufrimiento en el mundo y me respondió – “Yo les doy todo para ser felices, tienen todos los recursos para serlo…”– Todo son decisiones, me puso de ejemplo a alguien estresado con su trabajo, malhumorada por las horas extras, Él no podía forzarlo a dejar su computadora para salir a disfrutar de un extraordinario atardecer que le regalaba todos los días. Se trata de lo que decidimos crear, ya sea con pensamientos o acciones.
Me hice un interrogante que creo todos nos hemos hecho alguna vez en la vida – ¿A qué vine a este mundo? – Si estaba con Dios quería saber cuál era el propósito de vivir y me respondió – Vivir para amar – Aprendí que venimos al mundo para amar, amarnos los unos a los otros, los pequeños detalles, el cielo, las nubes, las estrellas, para amarlo todo – Al principio me sorprendió un poco, porque yo era una persona hermética, incluso por mucho que te quisiera era raro que te lo dijera, en este aspecto no considero que cambié mucho, sin embargo frecuento decir más “Te quiero” o al menos intento demostrarlo. Y la verdad es que si amo vivir.
¿Quién soy yo? – E instantemente me respondí a mí mismo – Soy el conjunto de personas maravillosas que me han formado – Recordé que además de ser criado por mi padre y mi madre, también me criaron mi tía, tío, abuela y abuelo paternos. Una parte de ellos también habita en mí, compartimos virtudes y defectos áreas de oportunidad. Digo recordar porque por una parte de mi vida dejé de darle importancia.
Mientras más crecía y mientras más me alejaba de mi ciudad de origen, ocupándome con otras cosas como el trabajo, más me alejaba de ellos, mis llamadas eran más esporádicas, al igual que mis visitas, por un momento me sentí mal por ello, pero también me sentí extremadamente agradecido, en parte por todo lo que han hecho por mí, y porque gracias a ellos estoy donde estoy, y por lado porque me estaba “cayendo el 20”, estaba justo a tiempo de evitar que eso siguiera pasando, tomar la decisión…
Entendí que no importa donde me encuentre, sin importar los kilómetros siempre estaremos unidos, la familia, tu origen, la persona que fuiste… Las raíces nos mantienen conectados.
Tuve sesiones uno a uno con varias personas, dije cosas que no les había dicho, pedí perdón, perdoné, agradecí, escuché, hablé, solté, sané…
También me contó algunas cosas sobre lo que parece ser mi futuro, pero esas me las quedo conmigo 😉
Al día siguiente de la sesión convivimos y compartimos nuestras experiencias en grupo, mis ahora amigos también vivieron situaciones extraordinarias y sanaron aquella noche.
En la Ayahuasca encontré bastante conocimiento, de la vida y de uno mismo, y sobre todo mucha paz, sentí una calma como nunca antes. Logré ser consiente sobre varios aspectos de mi vida, cambié un poco mi forma de pensar y actuar.
Desde entonces nació en mí un lado más espiritual, me desprendí de cosas que no necesito, medito e intento leer material que me nutra, a mi vida han llegado personas y lecturas para aportar más, libros como Conversaciones con Dios de Neale Donald Walsh y El Libro del Conocimiento de Don Miguel Ruiz me transportan a momentos de mi viaje espiritual de la Ayahuasca y siento que tenemos varias similitudes.
De todo corazón espero que puedas vivir esta experiencia y sea tan gratificante como la mía. Aquí te dejo la página de Ayahuasca Healing the World donde encontrarás fechas de futuras sesiones, posiblemente haya una cerca de ti.
¿Te atreverías a vivir una ceremonia de Ayahuasca?
Wow, felicidades. Hay muchas formas de entrar en un camino espiritual y lo mejor es el autoconocimiento. Saludos 🙂